Consejos para afrontar la crisis del cuarto de siglo

La crisis del cuarto de siglo. En la etapa de los 20 a los 30 años suele haber un replanteamiento de vida.

Comienzas a plantearte si lo que esperabas alcanzar con esta edad es lo que tienes, y suele ocurrir, que no has llegado donde te planteaste llegar. Eres joven para disfrutar de la vida, de aprovechar para hacer lo que quieras, de cuidarte, de tener experiencias, de labrarte tu futuro, de estar contento,… Sin embargo, detrás de esto hay una coletilla: “haz esto antes de que sea demasiado tarde”. Pero… ¿cuándo es demasiado tarde?

Mientras estabas estudiando, te montaste tus sueños a través de planes de lo que querías conseguir a varios años vista. El problema es que en ese momento, solo tenías en cuenta una variable, tus sueños y tu potencial. Pero cuando llega el momento, en el mundo real, te encuentras que no basta con tener frutos en tus estudios, ni las habilidades profesionales y personales adquiridas. No es suficiente.

Hay tal incertidumbre alrededor de tu vida, económica, social, emocional, profesional, … que te sientes perdido, bloqueado. Ves lejos poder independizarte y ser autónomo, estás decepcionado  con el mundo laboral. Te planteas tu relación con los demás, tu ideología, tu pareja,… Todo.

En esta etapa es en la que te das cuenta de que empiezan a hablarte de usted y los niños te llaman “señor” “señora”, y no lo integras en tu persona.

Antes te encantaba cumplir años. Ahora empieza a no gustarte y sientes que “ya comienzas a ser mayor”, que hay aspectos de tu vida que deberían cambiar. Esto hace que sientas nostalgia por la etapa de la adolescencia, de cuando estudiabas la carrera o el módulo, donde no tenías más responsabilidades que estudiar. El resto del tiempo era para salir y divertirte y tenías tiempo para ello. Ahora toca otra clase de responsabilidad, que a veces te cuesta encajar.

La ansiedad generada por la presión en tu vida es grande y es ahí donde viene la confusión y el bloqueo.

La etapa por la que estás pasando puede traerte algunos problemas, llegando hasta la depresión y la ansiedad, incluso al suicidio. De hecho, Los varones jóvenes de entre 20 y 24 años son los que más se suicidan (21 por ciento), seguido por los que tienen entre 25 y 29 años, (el 20,5 por ciento). Luego los que tienen entre 30 y 34 (16 por ciento) y los adolescentes de entre 15 y 19 años (15 por ciento).

En cuanto a las mujeres, entre 20 y 24 años representan el 19,5 por ciento de tasa de suicidio y las de 25-29 es de 12,5 por ciento. Las que se sitúan entre los 15 y 19 años presentan un 16 por ciento.

Posiblemente muchos de estos suicidios se debían a una crisis del cuarto de siglo. Posiblemente podrían haberse salvado y haber tenido una vida plena, si hubieran confiado en el cambio.

Llegados a este punto, te quiero decir que lo que te ocurre, es muy frecuente entre la gente de tu edad. Está documentado que ocurre en muchos jóvenes, se le ha dado un nombre y tiene sus características propias. Si no, no estaría hablando contigo de esto.

Yo misma pasé por ahí, pero como entonces no sabía de la existencia de esto, pensaba que el problema era mío, que era yo la que no se ajustaba, la que no encajaba. Y además, al ser así, lo viví como las almorranas, “en silencio”. Lo pasé francamente mal y estuve perdida unos cuantos años, hasta que por fin encontré mi camino. Y sí, al final se sale, pero una ayudita me hubiera venido genial. Me habría ahorrado mucho sufrimiento y seguro que habría salido antes de la crisis.

Por eso, cuando años después descubrí lo que me había pasado, comencé a investigar en el tema y me interesó hasta el punto de querer ayudar a personas que están pasando por este momento.

La Crisis del Cuarto de Vida es el doble de mala que la de Media Vida: viene veinte años antes de tiempo. Nadie te ofrece ninguna simpatía al respecto, y eres demasiado joven e insignificante como para comprarte un deportivo y huir con tu secretaria.
(Iain Hollingshead, Twenty Something)

Fases de la crisis del cuarto de siglo

Según Oliver Robinson, investigador de la Universidad de Greenwich (Londres), esta crisis suele atravesar cuatro fases:

1. El «adulto joven» se siente atrapado en sus opciones. Puede que lleve años en una relación en la que está insatisfecho, o por el contrario, no haya tenido ninguna relación y crea que no va a tenerla. Puede que se encuentre en un trabajo que no le llena, o aún no ha encontrado ninguno, y ve muy negro encontrarlo. Creen que su situación es irreversible y dudan de que hayan hecho elecciones correctas.

2. Siente un fuerte deseo de cambiar. Sin embargo, hay un gran miedo al cambio y no sabe ni por dónde empezar. Esto genera que muchos jóvenes tomen de repente decisiones drásticas como romper con su pareja o dejar el trabajo.

3. Decide hacer un cambio, sacar nuevos recursos y probar nuevas experiencias. Pueden experimentar un fuerte sentimientos de abatimiento y soledad (puede que hasta la depresión). Sin embargo, la mayoría opta por combartirlos y  empiezan a hacer algunos cambios en su vida, buscan nuevas opciones, aficiones. Así, descubren que tienen recursos para afrontar la vida adulta. También en esta etapa hay que asumir el riesgo del cambio, de que las cosas no salgan como uno espera.

4. Recupera el control y empieza una nueva etapa. Poco a poco los cambios se van consolidando y se  va logrando estabilidad en la vida. Pueden desarrollarse sentimientos de entereza, orgullo, motivación. Ya no sienten tanta dispersión sino que tienen objetivos más claros. Se sienten más ajustados al adulto que son y ven más claridad en su vida

Consejos para afrontar la crisis del cuarto de siglo

El primer paso es abandonar la creencia de que el problema eres tú. No eres ningún fracasado. Sólo, ante la incertidumbre, generas apatía y desesperanza. Pero aún no has fracasado porque tienes toda la vida por delante. Quizá tu vida no tiene los componentes que esperabas a tu edad, pero basar tu valía en lo que has conseguido, sabiendo que algunas circunstancias no dependen de ti, sino del contexto, es muy irracional e injusto.

Acepta que estas creciendo y que ya no eres un adolescente. Tienes nuevas responsabilidades y nuevo retos, pero también mayores recompensas y aunque ahora mismo todo parece un mundo, lograrás ver la vida de forma más amable. La vida es como en un videojuego en el que Hy diferentes niveles y para pasarlos debes ir superando obstáculos y retos, pero también tendrás premios. Como decidas enfocarlo, harás que vivas esta crisis como un hoyo profundo del que no saldrás nuca o como una oportunidad de crecimiento personal.

Lo que te está ocurriendo es algo temporal, es decir, no va a durar siempre, aunque ahora no veas la salida. Si hay algo cierto en la vida es que todo pasa, que nada es eterno. Lo único permanente es el cambio.  Mañana será mejor que hoy y saldrás de esta crisis fortalecido, más maduro y con más recursos para enfrentar todas las situaciones difíciles que aparezcan en tu vida

Cuidado con los viajes en el tiempo. No te enganches con los errores ni los logros del pasado. Esto solo hará que entres en una rumiación frecuente e infructuosa. Lo que ocurrió en el pasado ya pasó y no hay marcha atrás. Muchas veces no se puede remediar, por lo que seguir dándole vueltas, sólo te llevará a perder energía. Lo mejor es centrarte en tu presente y ocuparte de él y de lo que puedes hacer, en vez de preocuparte por lo del pasado.

Tampoco te obsesiones por el futuro. Lo que pase en el futuro, no lo sabemos. La incertidumbre del futuro es algo que nos acompañará en muchos momentos de nuestra vida, pero no podemos predecirlo, y por tanto nunca sabremos si ocurrirá lo esperado. Es importante marcarnos objetivos, para motivarnos y orientarnos, pero no de forma rígida, sino con cierto grado de flexibilidad, ya que las circunstancias pueden cambiar. Pensar demasiado en el pasado o en el futuro, hace que te desvíes del presente y que no logres disfrutar ni atender a lo que hoy tienes en tu vida. Practicar mindfulness, en este sentido puede ayudarte.

Evalúa todas tus áreas de vida, ya que puede que te estés centrando demasiado en una o dos de ellas, lo que hace que pierdas toda la energía por esas áreas y estés descuidando el resto. Eso sólo aumenta el malestar y empeora la crisis. Por ejemplo, puede que estés demasiado centrado en el área laboral, o en el área amorosa, descuidando las áreas de la familia, la amistad, el ocio (sano), el autocuidado, etc.

Presta atención a tu diálogo interno y deja de decirte cosas que te infravaloran y te desaniman. Háblate como le hablarías a tu mejor amigo, con cariño, empatía, validando tus sentimientos. Si te insultas, te dices continuamente que tu vida es una m… y que no vas a conseguir nada, el efecto es demoledor. Y lo peor es que no es real, ya que lograrás salir de esta crisis.

Habla y pide ayuda. Atrévete a compartir tus miedos. No pasa absolutamente nada, no tienes que avergonzarte de nada, asi que compartirlo, ayudará a que saques de tu cabeza tu “pelotera”, y puedas empezar a poner orden y dar sentido a lo que piensas y sientes. Quizá te sorprenda y algún adulto de tu entorno te entienda más de lo que crees, al haber posiblemente pasado por ahí también. Por otro lado, hablar con personas de tu misma edad, te hará ver que hay personas que se encuentran o han pasado por algo parecido, y esto te hace conectar con el compartir. Esto hará que en cierta manera sueltes tensión y pongas perspectiva en tu vida.

Tu actitud ante la crisis es muy importante. Ver este momento como un reto, te ayudará a saber que tú tienes las riendas de tu vida, no que vas a la deriva. La realidad es que depende de ti el buscar ideas y proyectos, nadie va a construir tu futuro más que tú.

Lánzate a hacer realmente lo que te llame la vida hacer. Ahora estás en un momento en el que te puedes permitir casi todo lo que te propongas. Puedes tener la oportunidad de que te salga bien. Y si te sale mal, ¿qué es lo peor que puede pasar? Probar otra cosa. Está claro que cualquier decisión conlleva un riesgo. Si siempre estuviéramos seguros de todo lo que hacemos, no nos equivocaríamos nunca. Pero como humano, permítete el error, ya que en el momento en que decidiste no lo era, puesto que pensaste que era la mejor opción. Por eso, lánzate: al autoempleo, a irte al extranjero, irte a otra ciudad, a pedir un crédito para un proyecto, a buscar trabajo incluso en algo que no te imaginabas,…

Reconoce tu miedo como algo normal. Estás en un momento de cambios, y los cambios siempre dan miedo, tengas la edad que tengas. El valiente no es aquel al que no le da miedo enfrentarse a una situación, sino el que, a pesar de tener miedo decide afrontarlo.

Haz actividades que te aporten bienestar. Puedes probar incluso algunas nuevas. Las más recomendables en etapa de crisis, son las que combinan el ejercicio físico con el trabajo y beneficio mental, como el yoga, el pilates, el senderismo,… Pero también te puede venir genial aprender a meditar (puedes hacer algún curso de mindfulness). Dedica tiempo de calidad a las personas que te importan, compartiendo con ellas actividades que te produzcan bienestar y cuida tu cuerpo (sueño y descanso, alimentación, higiene, ejercicio, mimos).

Pregúntate si lo que te planteaste conseguir es realmente un deseo tuyo o es una imposición marcada por lo socialmente común: por ejemplo, el “tener que independizarte ya”, el “tener pareja” o el que “ya toque hacer algo”… Puede que sea deseable, pero no es una obligación. Piensa cuáles son esas creencias que te vienen impuestas. Pensar en esto como una opción igual de válida que las demás, puede quitarte presión y hacer que disfrutes de tu estado, sea cual sea.

Es muy importante evaluar el tipo de relaciones que tienes, para que te alejes de aquellas que sean tóxicas. Por muchos años que llevéis de relación o de amistad, si son tóxicas (basadas en el daño, en la dependencia), merece la pena poner distancia. A veces esta acción es necesaria para madurar, aprender a relacionarte de una forma más sana y quizá con el tiempo puedas volver a esa persona desde un acercamiento más constructivo. Igualmente, si tienes relaciones que están estancadas, puedes ver esta crisis como una oportunidad para hacer de esas relaciones algo mejor, valorarlas y cuidarlas más, para salir de ese estancamiento y que crezcan.

No te compares con la gente y mucho menos por medio de las redes sociales (Facebook, Instagram,…). Recuerda que lo que la gente refleja en estos medios suele ser lo bueno y por tanto, no es la realidad de la vida de esas personas, que seguro, también tienen sus problemas (pero no los ponen).

Cuida tu economía. Para ello es fundamental que lleves la cuenta de todos tus ingresos y tus gastos y así te des cuenta en qué estas derrochando y cómo puedes ponerle remedio.

Ten mucha paciencia, ya que ahora sabes que esto es un proceso, y que pasarás por distintas etapas, en las cuales pasará un tiempo. Las cosas no suceden “ya”. Por ejemplo, encontrar un primer trabajo, o el trabajo de tu vida cuesta, normalmente no ocurre rápidamente, sino que pasarás por algunos trabajos de m…. Tampoco encontrar la pareja de tu vida; lo normal es tener varios fracasos antes de dar con una que sea estable. Y si acabas de conocer a algunos amigos, tardarás un tiempo en lograr una intimidad suficiente como para llamarlos “amigos de verdad”.

Permítete la contradicción. Los humanos podemos albergar contradicciones como sentir que un día estamos animados y nos queremos comer el mundo y al día siguiente (o ese mismo), nos da el miedo y empiezo a poner pegas, y me derrumbo y ya no me como un pimiento. Puedo tener muy claro algo ahora y dentro de un rato no. Esto no significa que te estés volviendo loco.

Aprende a aumentar la tolerancia a la frustración y a la incertidumbre, ya que muchas veces, las cosas no nos van a salir como te esperabas, ni como te mereces, y casi nunca tendrás certeza sobre nada que tengas que elegir. Así es la vida.

Destierra las quejas y las críticas destructivas. No te llevan más que a echar más leña al fuego, a caer más en el pesimismo, en el mal rollo y no ayudan a ser resolutivo, ni a enfocarte en las oportunidades. La crítica constructiva y el agradecimiento son conductas que sí te ayudarán a generar más motivación.

Permítete tiempos de soledad largos, en los que puedas estar contigo mismo, sin presiones externas, y en los que puedas pensar para tener claridad acerca de lo que realmente quieres, establecerte objetivos y desglosarlos en objetivos pequeños que puedas ir realizando, sin que se conviertan en titanes. Transmite a los que te rodean tranquilidad al respecto para que respeten esos tiempos y no se preocupen.

No olvides que los cimientos de una sana autoestima son el AUTOCONOCIMIENTO, la AUTOVALORACIÓN y el AUTOCUIDADO. Ningún proceso será resiliente si no eres consciente de la importancia de observar y atender estos pilares.

Según Ran Zilka, tras la crisis del cuarto de siglo “surge un nuevo Yo, a partir de este proceso de reevaluación. Una nueva persona más feliz y motivada, con una dirección más clara que da lugar a una vida más feliz y con mayor significado”. 

La psicoterapia puede ayudarte en este proceso. Pedir ayuda de un psicólogo no quiere decir que sea débil, ni que seas incapaz de hacer frente tú solo. Un psicólogo puede ayudarte a que esta crisis sea más corta y menos intensa, al dotarte de herramientas para hacer frente a esta etapa y al resto de tu vida. La psicología te ayudará a vivir este proceso sin angustia, focalizando adecuadamente la energía, el pensamiento y las emociones. Así, tendrás más seguridad, estabilidad emocional y paz interior, y te relacionarás con los demás sin miedo, logrando avanzar en tu vida sin bloqueos.

También te puede interesar:

¿Qué es la crisis de los veintitantos o del cuarto de vida?
¿Por qué sucede la “crisis del cuarto de vida” entre los 20 y los 30 años?

Deja un comentario

Scroll al inicio
Ir al contenido