¿Puedo cambiar lo que estoy sintiendo?

Lo normal es que las emociones surjan de una serie de pensamientos que hemos generado ante una situación. La mayoría de los primeros pensamientos que hemos tenido en esa situación son pensamientos automáticos que surgen detener un patrón tan adquirido que hacen que sean tan rápidos que no somos capaces de controlarlos. Son tan rápidos, que incluso nos cuesta detectarlos, por lo que la mayoría de las veces solo llegamos a detectar: ante esta situación me he sentido… DE TAL FORMA (no llegando a ver los pensamientos que hay detrás).

Esos pensamientos no podremos cambiarlos hasta que hagas un trabajo más profundo con ellos y los neutralices o los cambies por otros, con lo que la emoción que les sigue ya la tendrás encima. Esa emoción por tanto, no la podrás cambiar de entrada.

Sin embargo, si acostumbras a analizar lo que ocurre en ti, podrás detectar dónde estás poniendo el foco de tu atención y en lo que estás pensando. En el momento en que lo haces consciente, sí puedes elegir el significado que le das a la situación, o sea, los pensamientos que generas acerca de lo que ha ocurrido o está ocurriendo.

Te pongo un ejemplo. Imagina a una persona que una tarde nota a su pareja rara, distante. Automáticamente siente la preocupación (miedo). Pero esa preocupación no viene sola. Ha aparecido porque por su cabeza han empezado a surgir pensamientos relacionados con: Le pasa algo conmigo, habré hecho/dicho algo que le ha molestado, ¿sentirá lo mismo por mi?…

Mientras no se hacen conscientes esos pensamientos, esa persona se apega tanto a ellos que los vive como ciertos. Esos no los ha podido evitar, y la emoción que surge de ellos miedo), tampoco. Sin embargo, en un momento se da cuenta de lo que su mente está haciendo y empieza a ver que:

Está preocupándose porque en su historia de parejas, la anterior empezó a estar rara antes de dejarla y eso hace que esté muy sensible ante estos comportamientos.

Hay otras posibles explicaciones a su comportamiento que pueden ser tan válidas a la primera que ha generado (lo que aumenta la flexibilidad mental): puede que su pareja esté preocupada/o por algo, pero que no tenga nada que ver con la pareja. Puede que haya tenido un mal momento porque antes ha visto a su madre, con la que suele tener situaciones complicadas, puede que esté cansada/o porque no ha dormido…

Claramente hay trampas mentales que hacen que esos pensamientos iniciales no estén ajustados  a la realidad: se está metiendo en la cabeza de su pareja, está saltando a conclusiones, cuando en realidad no hay nada más que apoye esa hipótesis, está personalizando lo que le ocurre a la otra persona, está catastrofizando…

Al ver todo esto los primeros pensamientos van a perder fuerza y ponen en disposición de enfocarse fuera de ella, fuera de lo negativo y darle un significado diferente. Esto sí se puede elegir y va a hacer que cambie la emoción. Esto hace que se tomen decisiones más acertadas, como enfocarse en empatizar con la pareja (no en uno mismo victimizándose) o preguntando directamente o favoreciendo el desahogo del otro.

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